miércoles, 18 de enero de 2017

Jugar y aprender

El juego conforma una inevitable y esencial actividad para la plenitud humana. En realidad, es la base existencial de la infancia porque jugar es una necesidad además de la principal actividad en esos años. Pero también los adultos completan sus vertientes de seres pensantes y productores con la de seres que juegan y se entretienen. En este sentido, la RIED. Revista Iberoamericana de Educación a Distancia publica un Monográfico, en su Vol. 19, nº 2, en el que el juego y la educación son auténticos compañeros de viaje.

La UNED ofrece este vídeo relacionado con la temática de este Monográfico de RIED, con textos extraídos de los diferentes autores del Monográfico y, especialmente de los profesores Ruth Contreras (Universidad del Vic), coordinadora del Monográfico y Lorenzo García Aretio, Director/Editor de RIED.



Las referencias relativas a este Monográfico sobre Juegos digitales y gamificación aplicados en el ámbito de la educación son éstas:

    viernes, 13 de enero de 2017

    Ramón Pérez Juste, ha muerto

    Sí, nuestro entrañable amigo y maestro, el Profesor, Dr. Ramón Pérez Juste, acaba de fallecer esta noche.

    El gran dolor que me embarga a mí y a todos los que le queríamos tanto y a muchos más que compartieron tareas, proyectos, actividades académicas con él, es inmenso.

    Ramón Pérez Juste ha sido un referente como docente y como investigador. Y un gran ejemplo como persona. Persona íntegra donde las haya, lleno de nobleza, rectitud, humanidad y entrega apasionada a su tarea, a su UNED, a sus amigos e, incluso, a aquellos que no le consideraban como tal.

    El Profesor Pérez Juste fue en su momento de los catedráticos más jóvenes de la universidad española. En la UNED fue director de departamento, decano de la Facultad de Educación y Vicerrector de Ordenación Académica y Profesorado. También ha sido Presidente de la Sociedad Española de Pedagogía (SEP) y Director/Editor de la Revista Bordón. Todo ello sin dejar de lado sus tareas como docente universitario e investigador. En todos esos puestos y tareas dejó su sello, sembró semilla sana y puso muy alto el listón de lo que puede suponerse como la deontología de un profesor universitario. Intachable en todo su proceder y dando siempre el primer paso cuando era preciso "arrimar el hombro" para cualquier tarea, por compleja y desagradable que pudiera ser. Siempre con buena cara.

    Jamás criticó a nadie, ni si quiera a aquellos que probablemente pudieran haberle hecho algún daño. Jamás.

    He tenido la gran suerte de compartir con él muchos momentos, muchas confidencias, muchas alegrías y tristezas. Le he escuchado en multitud de conferencias, he leído mucho de su producción científica. Y siempre, siempre, manteniendo ese nivel académico, esa neutralidad de la ciencia, más allá de sus creencias y principios, que los tenía, y muy profundos.

    Se me ha ido mi gran amigo, Ramón. Él fue profesor mío, él me dirigió mi memoria de licenciatura hace muchos años. Y él tuvo la humildad (es que no sabía hacerlo de otra manera) de brindarme esta Laudatio, hace unos mese (27 de abril de 2016) durante un homenaje que me brindó la Facultad de Educación, en la que, entre otras cosas, decía tan tranquilo:
    • Ahora, con la perspectiva de 32 años, puedo sentirme de alguna manera satisfecho porque con ello se ha hecho realidad en nuestro caso algo que se atribuye a San Alberto Magno, conocido como Doctor Universal. Según esta gran figura del siglo XIII, la mayor satisfacción de un maestro debe ser que sus discípulos, a los que debe servir como peana, le superen.
    • Y sí, Lorenzo: aunque yo no quiero erigirme en maestro tuyo, de alguna manera me puedo considerar -por aquel tiempo- como tu profesor; y ahora te veo muy por encima de mí. Y te lo has ganado a pulso con tus trabajos, tus conferencias, tus escritos.
    • Y sí: me has superado. Esta no es una afirmación retórica o de complacencia para una situación como la que nos congrega.
    Sinceramente, creo no llegarle ni a la rodilla. Para mí ha sido siempre un espejo al que mirarme. Sería aquello de que yo "de mayor" quisiera ser un hombre tan íntegro, noble, justo, profesional y entregado a los demás, como Ramón Pérez Juste.

    Foto durante ese desayuno
    El pasado 30 de septiembre de 2016, era la fecha en que se cumplía el final del contrato que le ligaba como activo, Profesor Emérito, a la UNED. ¡Qué lástima!, ese día Ramón nos invitó a todos los profesores y personal de administración y servicios de la Facultad de Educación, a un desayuno de despedida. Estaba feliz, contento de toda su vida profesional y rodeado de todos los compañeros y amigos de su Facultad. Alguno de nosotros le dirigimos algunas palabras, pero nos reservamos porque se iba a organizar una comida homenaje, más abierta, que él nos solicitó que fuese más adelante, porque su esposa se encontraba algo mal y se estaba recuperando. Y su esposa, mi amiga Conrada, quería también estar presente en ese bonito acto. Como tantas veces, se llegó tarde.

    Quince días después de ese desayuno, se desencadenó el inicio de este desenlace fatal. Se le diagnosticó un cáncer de colon. Traicioneramente, como en tantas ocasiones, se presentó sin dar señales previas. Y esta noche, su corazón dejó de latir para siempre. Él y toda su familia son de sólidos principios y creencias católicas y ya saben dónde se encuentra el alma de Ramón.

    Habrá todavía ocasión de que hagamos más referencias a su figura. Ahora sólo es este apresurado apunte porque Ramón tiene repartidos por el mundo muchos, muchos amigos y ha dejado un reguero de alumnos que estoy seguro, le admiran y querrían saber de esta triste noticia.

    ¡Descanse en paz!