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viernes, 10 de junio de 2011

IN MEMORIAM RICARDO MARIN IBAÑEZ, PROTOTIPO DE PROFESOR UNIVERSITARIO (Primer Titular de la Cátedra UNESCO de Educación a Distancia de la UNED)

Traigo hoy a este blog la semblanza de mi maestro Ricardo Marín Ibáñez, primer Titular de la Cátedra UNESCO de Educación a Distancia.

Escribe: Rogelio Medina Rubio Universidad Nacional de Educación a Distancia  

(Publicado en el nº 2 de la Revista Educación XXI. Facultad de Educación. UNED)


El dia 1 de Mayo de 1999, la Universidad  y la Pedagogía españolas perdían a uno de sus grandes maestros, el Catedrático jubilado de Pedagogía de la Facultad de Educación de la UNED, miembro de número de la Real Academia de Doctores y Titular de la Cátedra UNESCO de Educación a Distancia de la UNED, D. Ricardo Marín Ibañez.

Para quienes hemos gozado de su entrañable amistad y nos hemos beneficiado de sus enseñanzas y de la irradiación intelectual de su pensamiento; y para quien, además, como es mi caso, ha tenido el gran honor y la alta responsabilidad de sucederle en la Cátedra que desempeñó en la UNED, desde 1981 a 1987, fecha de su jubilación reglamentaria, hemos de resignarnos a sentir de todo corazón su muerte, a lamentar profundamente la falta de su presencia activa, estimuladora siempre, entre nosotros, y a rendir un homenaje de respeto, admiración y gratitud hacia la sabiduría del gran amigo y maestro desaparecido. Sabiduría, en el sentido intelectual del término, por la profundidad de su saber; pero sabiduría, sobre todo, en el sentido sapiencial de la expresión, por su trayectoria vital, su carácter, su modo de ser y obrar bondadoso, comprensivo, conciliador, cordial, humano. Porque Ricardo Marín además de un hombre sabio, fue, y antes que cualquier otra adjetivación de su persona, un hombre bueno.

Actividad docente del Profesor Marín Ibáñez.

Acabo de referirme a su presencia activa y estimuladora siempre entre nosotros, por el ejemplo que el Profesor Ricardo Marín nos ha legado como estudioso y pedagogo, como docente e investigador, como conferenciante, conversador y escritor, como prototipo , en suma, de buen profesor universitario.

Está , en primer término , el estudioso y pedagogo; el avezado escudriñador de la Filosofía y de la Pedagogía, doble línea de pensamiento cuya vinculación atrajo, desde muy joven, la excepcional capacidad de trabajo, laboriosidad y talento del Profesor Ricardo Marín, como una de las constantes de su quehacer universitario. El formidable conocimiento que poseía de la Filosofía y de la Pedagogía (amén de otras ciencias y artes), de la teoría y de la práctica educativa, ha hecho del Profesor Ricardo Marín un incomparable docente y un maestro de la aulas de la Pedagogía universitaria.

Pedagogo formado en una línea humanista y personalista, junto a pedagogos y filósofos españoles de vanguardia, como García Hoz, Zaragüeta, Roselló, Tusquests, Corts Grau, Millán Puelles, González Alvarez, Angeles Galino, etc., comienza  su quehacer académico como Profesor numerario de "Filosofía y Psicología" de la Escuela Normal de Valencia, en 1953, abriendo así una fecunda carrera docente que, consolidada, primero, con la obtención de la plaza de Profesor Agregado de" Fundamentos de Filosofía e Historia de los Sistemas Filosóficos", de la Universidad Complutense ( en 1967), y , poco después, en 1968, con la obtención de la Cátedra de "Pedagogía General", de la Universidad de Valencia, ha llegado , de forma prácticamente ininterrumpida, hasta su jubilación como Catedrático emérito de la UNED, en 1997.

A lo largo de más de 45 años, Ricardo Marín, bien como Catedráti­co universitario; bien como primer Presidente de la Sociedad Española de Educación Comparada ( 1977) y miembro del Comité Ejecutivo de la Sociedad Europea de Educación comparada; ya como representante de España en múltiples Conferencias Internacionales de Educación; ó como Profesor Visitante de las Universidades, Nacional de La Plata y de El Salvador (Argentina), o de las Universidades, Wayne State University, de Detroit ( USA) o de Joinville y Castelo Branco ( Brasil), ha explicado brillantes lecciones de Pedagogía, y ha enseñado a enseñar. El ha sabido despertar primero, y alentar y guiar, después, en tantos alumnos suyos, el interés por el estudio y la investigación en la Ciencia de la educación. No en vano sus discípulos forman, hoy, uno de los grupos más amplios en España de Catedráticos, Profesores titulares e Investigadores de las distintas áreas de las jóvenes Facultades españolas de educación. De la admiración, respeto y agradecimiento que la Comunidad universitaria de pedagogos españoles ha tenido hacia la excelsa labor docente del Profesor Ricardo Marín, dan cuenta los distintos homenajes, orales y escritos, que en las Universidades de Valencia y en la UNED, de Madrid, alumnos y profesores, con sus máximas autoridades académicas, le tributaron con motivo de su jubilación reglamenta­ria.

Trayectoria investigadora.

Pero si extensa ha sido la actividad docente del Profesor Ricardo Marín, aún ha sido más amplia su trayectoria investigadora, fiel al mandato que recordara con énfasis Francisco Giner de los Rios, "la investigación es la primera obligación intelectual de la Universidad contemporánea".

Expresión de esa trayectoria investigadora es la amplísima producción bibliográfica que nos ha legado el Profesor Marín  (más de 25 libros, escritos por él o en colaboración), de artículos, notas de carácter científico, prólogos de obras, conferencias, ponencias en Congresos, Seminarios o Symposiums, colaboraciones en Diarios, Semanarios, Revistas especializadas de Pedagogía ( más de 2OO colaboraciones); dirección de Tesis doctorales ( ya jubilado, y en el momento de su muerte, dirigía, aún, 25 Tesis doctorales en distintas Universidades españolas). Libros y escritos cuyas páginas reflejan, en toda su plenitud, sus grandes conocimientos y dotes pedagógicas, pero cuyos valores van más allá de los puramente didácticos, pues la novedad de su estructu­ra y de su sistema, y el vitalismo  de su método expositivo, les otorgan un rango académico de primer orden.

Ardua tarea es la diseñar, en breves trazos, una obra tan extensa, variada y profunda como la que nos ha dejado el Profesor Marín Ibáñez. Consciente del riesgo que ello supone, creo que lo más significativo de su extensa producción científica, podría agruparse en torno a seis grandes núcleos de temas, afines, por otra parte, con otras tantas facetas características de su preocupación académica-universitaria.

En primer término, situaría los estudios de enfoque más general sobre el fenómeno educativo, como los referidos al análisis de los principios fundamentales de la educación contemporánea, con aportaciones tan logradas como la que da título a su obra más conocida y difundida entre los estudiosos de la Pedagogía, "Principios de educación contemporánea"  (1990), varias veces reeditada. En ella realiza , con originalidad y criterio propio, un análisis, como él mismo dice en el prólogo de la obra, " de las cimas más significativas en la complicada orografía de la educación contemporánea, desde las cuales su puede contemplar..., la selvática variedad de tendencias que se registran en torno nuestro..... Con estas páginas pretendemos iluminar y unificar el complejo panorama pedagógico presente y, a la vez, suscitar las actitudes que contribuyan a renovar la faz de la educación".

En esta línea fundamentadora de la educación, cabe inscribir, también, entre otras obras suyas: "Libertad y compromiso en Sartre" ( 1954);" Los sistemas filosóficos" (1958); "La investi­gación filosófica de la educación: su sentido y su método" (1969); "Teoría de la educación. El problema de la educa­ción"(1983); " Introducción a los estudios pedagógicos" (1986); "Teoría de la educación. Temas actuales" (1987); "Sistematización y innovación educativas" (199O); y  "El pensamiento de Ismael Quiles" ( 1997).

En segundo lugar, estarían los estudios referidos a uno de sus temas predilectos, clave de toda actuación educativa: el sentido de los valores y de la jerarquía axiológica en la educación, con espléndidas monografías, tales como: "La jerarquía axiológica y su proyección educativa: parte histórica" ( 1968); "Valoresobjetivos y actitudes en educación (1976); "Los valores educati­vos en la Filosofía de la educación" (1989); " El contenido axiológico de la educación. La crisis de loa valores y los valores emergentes" (1992); " Los valores un desafío permanente" (1993) " Los valores clave del siglo XXI" ( 1998) ( Discurso de ingreso pronunciado en la toma de posesión como Académico de número de la Real Academia de Doctores)

La razón de esa preocupación de Ricardo Marín por la educación en valores es muy sencilla y nos la ofrece el mismo en la última de las monografías citadas: " No es posible trazar un programa político , pedagógico ó un tratamiento psicológico, si desconoce­mos las estimaciones de aquellos sobre los que vamos a actuar. Pero la educación es siempre el paso de lo que "es" a lo que "debe ser", tiene un carácter optimizante. No puede ignorarse el punto de partida, pero tampoco el de arribada. Si no vale más aquello que queremos alumbrar en nuestros alumnos, carece de sentido hacer el menor esfuerzo ni sacrificio".

Como una manifestación más de esa proyección  pedagógica del mundo de los valores en la educación actual, es preciso destacar la preocupación de Ricardo Marín por cohonestar aquella educación con el fenómeno multicultural de las sociedades actuales y los requerimientos de la educación para la comprensión internacional y para la paz. " Porque todos somos , de algún modo, por acción u omisión, dice en el prólogo de la obra " Educación intercultu­ral para la paz"(1997), cómplices de los conflictos, enfrenta­mientos e injustas marginaciones. Todos podemos y debemos participar en la construcción de la paz desde la educación multicultural. La diversidad no tiene por qué ser un obstáculo a la pacífica convivencia, ni menos fuente de conflictos, aunque desgraciadamente más allá de generosas proclamas y declaraciones el horizonte sigue entenebrecido por irracionales enfrentamientos étnicos y culturales...Una sociedad plural, multiétnica, multicultural y progresivamente intercomunicada, está abocada a reconocer que  cada cultura es una posibilidad que enriquece la humanidad y convierte en bienes un horizonte de valores nunca agotado".

Entre sus escritos, centrados en esa perspectiva de cohonestar la pedagogía de los valores con la pluralidad y diversidad de culturas o de comunidades culturales en las sociedades de nuestro tiempo, cabe destacar: "Fundaments et conditions pour une education multiculturelle"(1983); "Educación y sociedad plural desde el angulo axiológico" (1984); " La mundialización de la cultura" (1985); "Diálogo intercultural" (1987); " Educación multicultural e intercultural. Modelos de educación multicultu­ral" (1992) ; " La forja de Europa desde la familia y el sistema educativo a través de la educación multicultural" ( 1993); "La educación intercultural en la perspectiva de la Europa Unida" (1994); " Educación intercultural para la paz" (1997).

Tal vez, por ello, Ricardo Marín haya sido el máximo cultivador y tratadista que, en España, haya abordado, con certera penetra­ción y agudeza,  el tema de la educación  de los valores en la doble vertiente: axiológica, o de fundamentación y ordenación jerárquica de los valores  en su proyección educativa, y la pedagógica, o de aplicación ética y educadora de los mismos en las sociedades multiculturales de nuestro tiempo.

En tercer lugar, habría que situar, junto a su preocupación por el tema de los valores, sus aportaciones al tema de la creativi­dad o de la "innovación valiosa", como a él gustaba definir ese ámbito, puente necesario, en la investigación aplicada a la educación, entre el mundo de los valores y la educación de la persona humana.

La creatividad ha sido, junto con la Pedagogía de los valores, otra de las constantes principales en la vida y en el pensamiento de Ricardo Marín: "Mi vida entera,  ha escrito,  ha sido una incitación y una invitación a superarme, y éste es el lema de la creatividad". En efecto, para él, el principio de la creatividad confiere sentido a la vida humana ( en su vertiente subjetiva o personal) y construye las realidades culturales en las que aquella se asienta y posibilita ( en su vertiente objetiva y cultural).

En un incesante afán por relacionar valores y creatividad, va a definir los "productos creativos" ,  como la conjunción de lo nuevo con lo valioso; la novedad con la valiosidad; la formación de personas creativas con la multiplicidad subjetiva de respues­tas libres; pues innovación real y valiosidad son connotaciones exigibles a todo pensamiento creativo frente a lo que él denomina "simple pensamiento divergente".

Por eso, para la plena realización de la persona es imprescindi­ble, decía Marín,  el ejercicio de las capacidades creadoras de cada uno, un tanto preteridas en la educación contemporánea.  "En un mundo en cambio acelerado,  dice al comienzo de su obra " La formación para la creatividad", para enfrentarse al futuro ya no basta extrapolar las tendencias del presente, sino que hay que construirlo, inventarlo. La creatividad ya no es un lujo de unos privilegiados en momentos de feliz inspiración, sino una exigencia cotidiana. O nos comprometemos en la construcción del porvenir o éste nos arrastra sin remedio". De ahi que, para Marín, la formación para la creatividad sea uno de los objetivos de toda  educación de nuestro tiempo, incluida la educación universita­ria. " La Universidad, dice nuestro pedagogo, debe dar respues­tas nuevas a las necesida­des del medio, vincularse a su desarro­llo, en una práctica constante ejercitada sobre las más comprome­tidas dimensiones sociales. La Universidad tiene una responsabi­lidad grave de optimizar el comportamiento profesional de quienes ha formado, de utilizar sus recursos, de integrar y estimular la creación científica, tecnológica , artística y el desarrollo socio-económico y cultural. Pero para eso tiene que convertirse en motor y  promotor de ese desarrollo y creación".

Ricardo Marín, que era un innovador, un creador, en el más genuino sentido de la palabra, era consciente del papel determi­nante, transcendental, de la dimensión creadora, liberadora, que toda auténtica educación comporta en el desarrollo de la personalidad humana.

Sin pretender, ahora, hacer una referencia  detallada de la labor creativista de Ricardo Marín, referida tanto al análisis del proceso creador, como a la búsqueda de formas concretas e instrumentos didácticos para estimular y encauzar, educativamen­te, la creatividad, bástenos citar algunas de las obras más representativas de este "pedagogo de la creatividad", como es conocido entre nosotros, por esa característica creativa de su personalidad y modo de ser como pedagogogo y persona creativos: " La creatividad en la educación " (1973); "Técnicas del pensa­miento creativo" (1975); "Los Tests de creatividad"  ( 1976); "La creatividad" (198O); "Pedagogía universitaria de la creatividad" ( 1985); La formación de la creatividad"(1989); " La creatividad: diagnóstico, evaluación e investigación" (1985); "Creatividad y reformas educativas" (1996), etc; habiendo fundado y dirigido en la Universidad Politécnica de Valencia, la Revista " Innovación creadora" (1975)( la primera Revista en Europa, y la segunda en el mundo, dedicada , exclusivamente, al estudio de la creatividad referida a la educación),  , así como el Instituto de la Creatividad, en la Universidad de Valencia, y el primer Congreso Internacional de Creatividad, celebrado, en aquella Ciudad, en 1975.

Otro grupo de estudios, el cuarto, podría recoger los trabajos de carácter técnico-pedagógico, transidos siempre de un hondo sentido humanístico, imbuido como estaba Ricardo Marín de la idea de que el pedagogo ha de tener, en su quehacer técnico, vastos conocimientos antropológicos, cosmológicos, axiológicos; convencido de que la técnica, si bien es hoy un bien útil necesario, un factor decisivo del ámbito cultural de nuestro tiempo y del medio social en que las  acciones formativas se ejercen, el mismo sentimiento de poder que esa técnica comporta ( "el eficientismo") , si no se pone al servicio del hombre y de la educación, y no se somete al control impuesto por unos principios de formación humana superiores,  puede degenerar en abuso de él; pues, "en el reino de los medios ,  como decía Goldstein,  se puede perder el reino de los fines".

Y es que, como decía Marín, la técnica pedagógica es incapaz de soportar, por sí misma, una precisa calificación ética, que sólo le convendrá en relación con el fin educativo a cuyo servicio se ponga.

Bajo ese denominador común, y con la mirada puesta siempre en superar positivamente el problema de las relaciones entre humanismo y técnica, justificando la técnica en cuanto "humaniza­ción de la naturaleza", como un instrumento puesto al servicio del perfeccionamiento espiritual del hombre ( fin último al que ha de enderezarse toda actividad educativa), Ricardo Marín ha escrito excelentes trabajos, como :" La enseñanza a distancia y los medios de comunicación"  (1977); " Estructura del Centro de Profesionalización"  (1978); " Interdisciplinaridad y enseñanza en equipo" (1978); "Los libros de enseñanza" (1976);  "Pruebas objetivas y de ensayo" ( 198O);" Beneficio y eficacia de la educación" ( 198O); " El sistema multimedia de educación a distancia" (1995), etc.

En un quinto apartado, pueden agruparse los estudios sectoriales sobre la educación española, con un nutrido haz de monografías sobre los aspectos institucionales más relevantes de nuestro sistema educativo, tales como : "La formación y selección del Profesorado universitario"  (1969); " Los Institutos de Ciencias de la Educación: objetivos, precedentes y perspectivas" (1971); "Renovación de contenidos de la educación: planes y programas de estudio" (1972); "La institucionalización del perfeccionamien­to del profesorado" ( (1975): "Innovation dans l`enseignement supérieur et nouvelles formes d`enseignement supèrieur en Spagne" (1976); y "De la Eucación de adultos  a la Educación  Permanen­te"(1988).

Por último, el sexto epígrafe, puede abarcar los trabajos de enfoque comparado en educación, ya se refieran a la evolución de las teorías o líneas de fuerza fundamentales de los sistemas educativos europeos o mundiales, bien los relativos a la explicación de los engranajes institucionales más representativos de aquellos sistemas, tales como: "El bachillerato internacio­nal"  (1973);  " Nuevas formas de enseñanza superior en Europa" ( 1976); "La formación del profesorado de educación primaria y secundaria. Estudio comparativo internacional ( 198O) ( con versiones inglesa, francesa y portuguesa): "Tendencias actuales de la formación del profesorado"  (198O); "La innovación educativa en Europa" ( 1982) ; "Organismos internacionales de educación"  (1983);  "El impacto de las organizaciones interna­cionales en la política educativa"  (1985);  "La educación moral según los organismos internacionales de educación"  ( 1997);  "Cristianismo, Europa y Educación intercultural"  ( 1992); y  " La educación para la paz en la ONU y en la UNESCO" (1999).

Seis grandes rótulos  que aún dejan fuera muy numerosos estudios, como los que versan sobre cuestiones didácticas, organizativas y metodológicas de la educación; pues estamos ante una obra, como decía antes, ingente, ante una amplísima labor de investigación, con una variedad temática y riqueza de matices realmente extraordina­ria, para la que se requiere una diversidad de saberes: de Filosofía, Antropología, Psicología. Sociología y Pedagogía, que sólo puede alcanzarse desde la curiosidad  singular , la capacidad de lectura, de reflexión e indagación científicas de ese tenaz estudioso de la Ciencia de la educación que ha sido el Profesor Ricardo Marín.

El resultado final de esta excelente obra escrita, casi monstruo­sa por lo excesiva, es un mosaico gigantesco de aportaciones sugerentes, novedosas, innovadoras, siempre creativas, más atento a ofrecer una idea nueva que a glosar u ordenar la anterior; más atraido por la aportación nueva  que por una mejor ordenación o sistematización de lo ya conocido o aportado por otros. Una obra escrita siempre interesante, en la que es facil advertir ese talante singular, ese desbordante entusiasmo comunicativo del Profesor Marín, capaz de transformar el ejercicio frío, distante y abstracto de la biblioteca, de la reflexión y el pensamiento, en una tarea apasionada, cálida y atractiva para el lector.

El conferenciante, el conversador y el escritor.

Pero sobre el docente y el investigador se superponen, aún, a mi juicio, en Ricardo Marín, el conferenciante, el conversador y el escritor.

Un conferenciante, en foros nacionales e internaciona­les, culto, erudito, ágil, abierto a la duda, a la crítica, y a cualquier saber fundamentado; comunicativo, que "llegaba" con claridad y sencillez, fácilmente, al auditorio; incansable, ocurrente, improvisador.

Un conversador " a la vieja usanza", ameno, interesante, con la anécdota y la curiosidad oportunas; que cultivaba la cordiali­dad, la amabilidad y la amistad; de un optimismo contagioso y con una especial empatía y sensibilidad hacia los problemas y dificulta­des de los demás. Cuántas veces he oído decir, y yo mismo he sentido esa íntima vivencia, de que tras una conversa­ción "con D. Ricardo", uno se sentía reconfortado y plenificado. Pues de su humanidad siempre podía confiarse, recibir una palabra de aliento, un consejo acertado, una orientación luminosa, una actitud noble, generosa y amiga.

Y un escritor igualmente culto y prolífico que ha desperdigado notas y artículos, ya no propiamente pedagógicos, en Periódicos, Revistas, Semanarios, con un estilo directo, personal, inconfun­dible; hecho de nervio, claridad y amenidad expositivas; sobrio, austero y barroco a la vez buen reflejo de su insólita forma de ser, tan admirable y entrañable como plena de humor sereno y divertido.

Voz y pluma que se enriquecen de una cultura y curiosidad intelectual sin límites; de una memoria e imaginación portentosas y brillantes, capaces de convertir cualquier realidad pasada en algo vivo y actualizado del momento presente.

El Profesor Ricardo Marín, ejemplo para nuestra Comunidad universitaria.

Si la Facultad de Educación de la UNED, y en general las Facultades de Educación de las Universidades españolas, se sienten obligadas, por su propia juventud, a escoger modelos de conducta que puedan guiar y orientar sus pasos, en sus quehaceres universitarios, no cabe duda que uno de esos modelos más caracte­rizados, de vida y obra bien hecha, será la figura del Catedráti­co Ricardo Marín.

En él yo destacaría, en síntesis, más que ninguno de los muchos títulos oficales, cargos directivos, premios o distinciones de rango nacional o internacional, a los que se ha hecho justo acreedor en su dilatada actividad profesional, el ejemplo que para nuestra Comunidad universitaria nos ha dejado de buen universitario, en el más amplio y riguroso sentido de la palabra, con estas cualidades profesionales y humanas más relevantes:

Pedagogo de sólida formación, de densidad en su saber, gran conocedor del pensamiento clásico y contemporáneo de la Filosofía y de la Pedagogía, fiel a los grandes maestros de ese pensamien­to; pero de cuyo diálogo con ellos brota siempre, como de un manantial vivo y personal , un pensamiento original, independien­te de cualquier moda o influencia ocasional. Pedagogo con una práctica pedagógica, en las aulas universitarias, presenciales o a distancia, anclada en la mejor tradición liberal. Ricardo Marín, en sus clases, practicaba lo que otro Catedrático español, Miguel de Unamuno, pedía que se enseñara en las aulas universita­rias: " la santidad de la utopia, la necesidad de la hipótesis, la apertura a todas las rectificaciones posibles".

 - Intelectual culto y tolerante, agudo y sensible a cualquier manifestación del conocimiento; ningún aspecto de la Filosofía, de la Pedagogía o de la vida cultural le era ajeno; a todo aplicaba su atención comprensiva; de cada parcela de la vida sabía extraer su jugo vivificador y su sentido positivo humano.

  - Investigador apasionado, audaz, creativo y detallista, alejado siempre de cualquier esquematismo o rutina. Ricardo era un hombre sugeridor, siempre capaz de improvisar y sorprender en sus lecciones o conferencias, a los alumnos o al auditorio, con algo innovador, ocurrente, novedoso.

Pero , sobre todo, y por encima de estas cualidades profesionales relevantes, más allá del magisterio de los saberes, yo destacaría en Ricardo Marín, como su enseñanza más profunda y admirable: su sabiduría ante la vida, su talante vital y sus valores humanos.

Unas cualidades humanas que no se ofrecían en él como separadas o desgajadas de su vida académica universitaria, sino que se manifestaban yuxtapuestas e integradas en su quehacer profesio­nal, formando una totalidad compacta y coherente  con sus saberes; como algo constitutivo de una personalidad singular, excepcional, que fluían y se proyectaban con naturalidad, y sin esfuerzo, en su vida personal, familiar y profesional.

Porque Ricardo Marín ha sido un maestro en la Pedagogía por su ciencia sí, pero maestro sobre todo en la vida, como dije al principio, por:

   - su bondad, pues fue un hombre bueno, generoso , hasta el límite con los demás;

   - su amabilidad, cordialidad, humildad y sencillez, con esa "sencillez cultivada" , que diría Juan Ramón Jiménez, como caracteriza a los espíritus excelsos distinguidos por la Providencia;

   - su abnegación, austeridad y acrisolada honradez, que sabía aunar la actuaci��n noble y caballerosa con la honestidad y moderaci��n de su conducta;

   - su laboriosidad y constancia en el trabajo; incluso después de su jubilación forzosa, y cumplido el período como Profesor Emérito de la UNED ( 1997), seguía trabajando, viajando, incansable, actuando y colaborando en la vida de la Universidad: a través de la dirección de la Cátedra UNESCO de Enseñanza a Distancia, de la dirección de Tesis Doctorales, de la incesante participación en Cursos, Seminarios y Congresos; firme y agudo, con los mismos entusiasmos, entrega y talante gozoso y vital que en su sazonada juventud..., hasta el mismo momento de su muerte. Esta le sorprendió, dichosamente, cuando revisaba, en el ordenador de su casa de Valencia, el texto de lo que habrá de ser, tal vez, su última obra pedagógica, y que ha sido el móvil permanente de su vida: la" Educación para la paz".

   - su fidelidad a la amistad, a la que siempre rindió culto

   - su constancia y fortaleza de ánimo, firmemente apoyadas en un sentido trascendente, cristiano, ante la vida;

   - en suma, por su excelsa humanidad .

Todas estas cualidades humanas, creo que justifican, sobre todas las demás, a Ricardo Marín como prototipo de Profesor universita­rio y modelo magistral de obra bien hecha y de vida bien construida.

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