En la evaluación de los aprendizajes muchos estudiantes y, también bastantes profesores pueden llegar a dudar de la rigurosidad y justicia de las decisiones finales basadas en dudosos procesos de evaluación, dada la ligereza de la proposición de algunas pruebas y, a veces, la arbitrariedad en la valoración que llevaríaN a que evaluadores diferentes de una misma actividad, pregunta o producto, ofreciesen valoraciones muy distantes en su resultado. Esas dudas pueden provenir de:
- no tener claros los criterios,
- el desconocimiento de estos criterios parte de los estudiantes,
- el escaso rigor y claridad en la redacción de las preguntas o actividades,
- la falta de claridad en saber qué proceso mental se quiere en realidad evaluar y,
- en qué condiciones se ha de realizar esa prueba.
En función de estos peligros, les traslado unas propuestas que entiendo podrían mejorar la formulación de las pruebas que proponemos a los estudiantes (García Aretio, 1994, 2001).
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