¿Por qué?
Pronto se va a cumplir un mes desde que adquirí un compromiso conmigo mismo con el fin de hacer algo, aportar un granito en esta situación que tanto está angustiando a buena parte de la humanidad. No soy sanitario, ni policía, ni militar, ni agricultor, ni pescador, ni regento ningún supermercado. No soy transportista, ni reponedor de supermercado, ni carnicero, ni pescadero, ni cajero de tienda de alimentos. No trabajo en la limpieza, ni en el mantenimiento de servicios esenciales, tampoco soy investigador sanitario, ni químico que pudiera ayudar a encontrar una solución de vacuna o antiviral, ni farmacéutico...
No soy casi nada importante, y menos en situación tan crítica como la que ahora estamos viviendo. Soy docente desde hace casi 60 años. Y he tratado de ser investigador sobre estos temas que vengo escribiendo, desde hace casi cuarenta años. En fin, desde el honroso nivel inferior de maestro de enseñanza primaria, hasta llegar al máximo nivel académico, catedrático emérito de la universidad española. Mucho esfuerzo, mucho estudio, mucho concurso-oposición... Pero sólo quiero seguir siendo, eso, nada más y nada menos, MAESTRO.
Pero creyéndome sólo eso, trato de resistir, aunque me parecía poco hacerlo únicamente de forma pasiva, aguantando las cornadas que en el entorno, en mi ciudad, en mi país, en tantos países con tanto amigos..., viene asestando este agente microscópico, tan poca cosa que ni siquiera podemos verlo. Y, sí, me doblará, me tambaleará el virus y sus circunstancias, pero trataré de mantenerme en pie. Y no hay mejor defensa que un buen ataque. Resistiremos, aunque ahora los vientos de la vida soplan fuerte, y por eso, nos tendremos que volver de hierro para endurecernos y hacerle frente.
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