[Texto íntegro de la entrevista que nos ha realizado y publicado en su reciente edición (5 de septiembre) América Learning & Media en Latinoamérica]:
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Entrevistamos a Lorenzo García Aretio, decano de la Facultad de Educación de la UNED, para conocer su punto de vista sobre la evolución de la educación virtual, el rol que desempeña actualmente la movilidad y los desafíos que tienen por delante las universidades.
“Hoy Internet es un fenómeno más propicio para poner en común todo el saber. Para no esconder nada, para compartir”, expresó recientemente Lorenzo García Aretio en su blog. “Si quisiésemos proteger nuestros conocimientos, nuestro saber, nuestras fuentes, no compartiríamos. Así, ilusamente, podríamos pensar que no debemos regalar lo que tanto nos costó. Que otros trabajen lo que nosotros para saber, para poseer tanta documentación, tantas fuentes, tanta información a la que sólo nosotros tengamos acceso. Ay!, Internet, cuánta ‘traición’ viene haciendo a los que gustaban de guardar sólo para ellos”, disparó en un post titulado “¿Por qué comparto informaciones y contenidos?".
“El que quiere proteger sus conocimientos y fuentes, en realidad desea esconder sus trucos, artimañas y habilidades, en fin, con el objeto de que otros no le puedan sobrepasar. Lo malo es que éstos que esconden o tratan de esconder, suelen quedarse obsoletos porque guardan y guardan sin darse cuenta, de que mucho de lo que guardaron ya no sirve”, agregó el decano de la Facultad de Educación de la Universidad Nacional de Educación a Distancia de España y titular de la Cátedra UNESCO de EaD, terciando en una permanente polémica que suele alimentar a congresos, debates, foros y discusiones en redes sociales.
Con su franqueza y profundidad habitual, García Aretio respondió a las preguntas de America Learning & Media en una entrevista que compartimos con nuestros lectores.
A unos 13 años de haberse iniciado la fuerte difusión mediática del e-learning como modalidad formativa, ¿usted cree que la educación virtual cumplió con las promesas que planteaba a principios de siglo? ¿Cuál es el balance que puede hacer al respecto?
Lorenzo García Aretio: La expresión y práctica del e-learning no es otra cosa que una evolución de la educación a distancia de corte más convencional. Esta modalidad con más de un siglo y medio de vida vino evolucionando e integrando progresivamente las diversas tecnologías textuales, auditivas y visuales estáticas y dinámicas, síncronas y asíncronas, simétricas y asimétricas, etc., desde su nacimiento hasta hoy.
La difusión mediática a la que se refiere en su pregunta, vino a coincidir con la integración en los procesos de enseñanza y aprendizaje de las tecnologías digitales y de comunicación en línea. Fundamentalmente fue el desarrollo de Internet el que supuso el soporte básico para ese denominado aprendizaje “electrónico”, aunque no olvidemos que antes de Internet también se utilizó la “electrónica” para enseñar-aprender. En realidad, son las tecnologías digitales las que han venido influyendo decisivamente en el desarrollo del e-learning.
Estoy convencido que algunas de las promesas planteadas a principios de siglo sobre la educación virtual, han sido más que superadas, ¿o alguien pensó que pocos años después existiese el movimiento actual en torno a este fenómeno? Otra cosa son los innumerables proyectos, formulaciones y propuestas denominados de e-learning, que en modo alguno son sostenidos por sólidos diseños pedagógicos, que olvidan, ignoran mejor, los más mínimos principios pedagógicos clásicos y modernos. Y me refiero, cuando digo modernos, a esos principios educativos que hoy Internet ha potenciado pero que siguen siendo válidos, aunque hayan transcurrido décadas e, incluso, siglos, desde sus respectivas formulaciones primitivas.
¿Qué impacto real cree que están teniendo en estos momentos en los procesos de formación el m-learning, el video learning, el u-learning y las redes sociales? ¿Cuál considera que puede ser el impacto que podrían tener de aquí a dos años?
Cierto que está suponiendo un fenómeno que no puede ignorarse, más allá de las limitaciones de acceso a este bien a las que se enfrentan numerosas poblaciones que están aún lejos de aprender a golpe de clic, pero que sí pueden beneficiarse de una EaD de corte más convencional. No me gustaría olvidar a estos congéneres que fácilmente son ignorados.
Bien es sabido que no sólo se aprende de los libros. Se hace, y de manera notable, en el contexto donde uno se desenvuelve. Así son los aprendizajes que se realizan en cualquier lugar y tiempo, sea por lo que vemos, oímos, interaccionamos, vivimos, en fin. Si esos aprendizajes se sistematizan o al menos se formalizan en algún sentido y pueden seguir adquiriéndose en cualquier lugar y tiempo, ¿quién puede discutir las ventajas? La conectividad está siendo un referente para buena parte de las actividades humanas. Si esta conectividad resulta casi ilimitada en sus formatos, accesos, tiempos, lugares, etc., resulta abono ideal para los aprendizajes. La convergencia tecnológica y los servicios basados en la citada conectividad ponen la base para que quienes nos dedicamos a esta cosa de proponer postulados educativos de calidad, tratemos de fundamentar pedagógicamente estas posibilidades.
Las dificultades espacio-temporales que desde siempre la educación a distancia ha querido superar, hoy, al menos en las sociedades avanzadas, han sido rebasadas y más que solventadas. La ubicuidad, en fin, parece una realidad en estos entornos. Interactuar sobre cualquier tema en cualquier sitio y momento supone un plus para el diseño de programas y acciones formativas que puedan y sepan aprovechar esta ventaja.
Aunque, como siempre, nos preocupa que todos estos artilugios comunicativos se queden en eso, en artilugios, en maravillosos fuegos de artificio a los que les falta la sustancia, el contenido de calidad, y la forma de hacerlos aprendibles, o sea, las bases pedagógicas de sus diseños. Y también cabe considerar que las instituciones que pudieran estar bien dotadas tecnológicamente, es importante que no olviden (con frecuencia se hace) que más allá de las sofisticadas tecnologías que utilicen en la institución, han de considerarse las posibilidades reales con que cuentan los hipotéticos destinatarios del supuesto programa o plan de formación basado en altas tecnologías.
¿El impacto en los próximos años?, pues parece que sí que va a tener impacto, aunque no dependerá sólo de los educadores, que también, sino de los desarrollos de las redes, las coberturas, las bandas anchas, en fin, primero conectividad y después desarrollos formativos con base pedagógica.
En suma, entiendo que estas modalidades de distribución de conocimiento móviles, deberían ser tenidas en cuenta por todos los agentes de formación, sea ésta de carácter reglado o no.
¿Cuáles son los grandes desafíos que tienen por delante las instituciones de educación superior en términos de incorporación tecnológica para potenciar/facilitar sus procesos educativos?
Los grandes desafíos serían los de siempre, contar con directivos con visión de futuro y capacitados para vislumbrar que también en educación las tecnologías están revolucionando las formas de hacer y de entender estos procesos. Si pasamos de los directivos a los cuadros docentes, de nada servirá contar con las más sofisticadas tecnologías en la institución, si no ha existido preocupación real por capacitar a los docentes, primero sensibilizándolos y después ofreciéndoles conocimientos teóricos (sí, teóricos) y prácticos sobre estas formas de enseñar y aprender. Nunca fueron por sí solas las tecnologías garantía de éxito en los logros de aprendizaje por parte de los estudiantes. Ya se sabe, más que en las tecnologías, más que en los recursos, más que en los medios, los éxitos en este campo se apoyan en los buenos diseños, en las buenas metodologías.
Por tanto, instituciones que deben invertir en infraestructura tecnológica adecuada, pero con el empeño paralelo de que sepan lo que van a hacer con esas tecnologías.
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